La hierba, el pasto, las hojas, el agua, alimentan a las ovejas desde que nacen, luego su lana es cardada, hilada, teñida y tejida por manos de mujeres que recuerdan en la materialidad de los bastidores, la cuna verde de sus infancias.
Se transita un ciclo de alimento y recreación del origen.
Hoy, sobre las murallas de ladrillo, colgamos las maderas, soporte de la lana entrejida con los dedos.
Casa de Luz, tiene el placer de presentarles las primeras obras de mujeres que no habían tenido antes la experiencia de este arte textil.
Una vuelta a nuestras cunas, a la infancia, a la ingenuidad que guardamos en la pupila, a la tibieza bajo las cobijas.
Desliza tu mirada por estos bucólicos paisajes, naturalezas de lana, suaves, mullidas, como el seno materno en que nos acurrucábamos antes.
Descubre el sentido íntimamente transgresor de volver a lo que fue primero, a la ingenuidad de esa mirada, recordar como eras.
No hay acto más revolucionario que volver a tejer. No hay acto más revolucionario que volverse a mirar el origen.
Te atreves a volver ahí?
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